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¿Cómo ayuda la medicina hiperbárica a las personas con isquemia crónica o enfermedad arterial periférica?

La isquemia crónica o enfermedad arterial periférica es una patología asociada a la arterioesclerosis, en la cual se acumula placa -formada por grasa, colesterol y calcio- en las paredes de las arterias; con el tiempo, esta sustancia se endurece, dando como resultado un estrechamiento de las arterias y dificultando la correcta circulación de la sangre. Esta afección en concreto se produce en las extremidades, lo que generará un déficit de oxígeno y demás componentes sanguíneos en la zona.

En su gran mayoría esta enfermedad es sufrida por hombres mayores de 60 años y con una severa adicción al tabaco, aunque también influyen factores como la obesidad, la hipertensión arterial, la diabetes, el sedentarismo, el colesterol elevado y los estados de hiperglucemia.

El tratamiento de la isquemia crónica tiene un carácter multidisciplinar y debe abordarse desde varios frentes: farmacológico, quirúrgico, preventivo, etc. La medicina hiperbárica tiene un papel complementario al tratamiento principal, ya que ayudará a acelerar el proceso de recuperación y minimizará los riesgos.

Qué es la oxigenoterapia, cómo se aplica el tratamiento, qué otros beneficios tiene para el organismo, etc.; resuelve todas tus dudas en nuestro apartado de Preguntas Frecuentes.

Sintomatología

Los síntomas de esta enfermedad aparecen de manera progresiva. En primer lugar, el paciente nota alteraciones en la piel, así como el crecimiento del bello y las uñas. Conforme avanza la afección se experimenta la denominada claudicación intermitente, es decir, sensación dolorosa de calambres que se activa durante la actividad y desaparece durante el reposo. En los estados más graves de la isquemia crónica este dolor también se dará en situaciones de reposo. En los estadios más graves, la afección generará úlceras, gangrena y/o necrosis. En estos casos, muchas veces es necesario llevar a cabo la amputación.

La enfermedad arterial periférica puede complicarse a causa de la infección de las heridas, la dificultad de rehabilitación del tejido fracturado, así como por el Síndrome de reperfusión.

La oxigenoterapia presenta un papel especialmente interesante a la hora de hacer frente a los cuadros hipóxicos de la zona (falta de oxígeno en el tejido), luchar contra los procesos infecciosos favoreciendo la acción fagocítica de los polimorfonucleares y la síntesis de colágeno, así como la reducción del edema, lo que favorece la microcirculación en los tejidos.

Es fundamental que todas las personas que noten alguno de los síntomas, lleven a cabo estrictos controles de riesgo cardiovascular.

Oxigenoterapia para la isquemia crónica

El uso de la medicina hiperbárica aplicada al tratamiento de la isquemia crónica persigue tres objetivos: evitar el desarrollo de la enfermedad, reducir el riesgo de complicaciones y problemas asociados, y acelerar el proceso de recuperación. La oxigenoterapia puede aplicarse en cualquiera de los estados de la patología, tanto al principio como en los casos más graves; su uso también es recomendable después de una intervención quirúrgica.

El oxígeno hiperbárico actúa como tratamiento complementario a la terapia principal: dejar de fumar, mantener una dieta equilibrada, hacer actividad física moderada diaria, y en los casos donde se requiera, administrar fármacos hemorrelógicos y antigregantes plaquetarios. El objetivo de todas estas medidas es mantener un estado físico saludable y fomentar el desarrollo de pequeños vasos colaterales en la zona que faciliten la circulación de la sangre.

La oxigenoterapia presenta multitud de beneficios para los pacientes con isquemia crónica, entre los más importantes destacan:

  • Reducción de la hipoxia en el tejido afectado (zona con déficit de oxígeno).
  • Disminución de la inflamación de la zona, gracias a la constricción vascular, mediante la cual se evita así la extravasación de líquido.
  • Activación y mejora de la circulación sanguínea en todo el cuerpo, y en especial, en el área afectada.
  • Reducción del dolor.
  • Aceleración del proceso de recuperación de las cicatrices postquirúrgicas.
  • Fortalecimiento del sistema inmune, evitando así la proliferación de infecciones o complicaciones asociadas.
  • Restablecimiento de la actividad celular.
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