La alopecia areata es una enfermedad autoinmune que provoca la caída del cabello. Este tipo de alopecia afecta principalmente al pelo de la cabeza y de la cara, no obstante la pérdida también puede producirse en otras zonas del cuerpo. Normalmente, esta aparece en forma de pequeños y redondos parches sin pelo, y solo en los casos más graves puede acabar generando una calvicie completa.
Solo el 5% de los pacientes con alopecia areata sufre pérdida completa de cabello en el cuero cabelludo (alopecia areatata totalis), y únicamente 1% pierde el pelo en todo el cuerpo (alopecia areata universalis).
Se denomina patología autoinmune cuando es el propio sistema inmunitario el que ataca al organismo, en el caso de la alopecia areata el sistema inmune daña los folículos pilosos. Como ocurre en muchas afecciones autoinmunes, la enfermedad afecta de forma diferente a cada persona, por lo que en el caso de la alopecia areata el pelo puede o no volver a crecer dependiendo del individuo. Los pacientes de psoriasis y afecciones alérgicas como la fiebre del heno, tiene mayor riesgo de sufrir este tipo de alopecia.
Esta patología afecta tanto a hombres como a mujeres y puede darse a cualquier edad, no obstante, es más frecuente que aparezca durante la infancia y la juventud. Lamentablemente, todavía no existe una cura para esta enfermedad, aunque hoy en día sí que es posible acceder a tratamiento que permiten el rápido crecimiento del pelo.
El origen de la alopecia areata
Actualmente, todavía se sigue investigando sobre el origen de la enfermedad, aunque lo que sí que está claro es que esta se produce por un problema en el sistema inmunológico. Este ataca determinados folículos pilosos, lo que ocasiona la caída del cabello, el cual no volverá a crecer hasta que no cese el proceso inflamatorio.
La alopecia areata solo afecta al pelo que se encuentra en fase de crecimiento, por ello la caída de este se produce a trozos. Por esta misma razón, los folículos pilosos solo pierden el pelo que crece, pero no su capacidad para producir nuevo pelo.
Los desencadenantes de la enfermedad es otra de las grandes incógnitas, aunque los estudios realizados al respecto apuntan al estrés, los fármacos, las infecciones víricas y otras patologías autoinmunes como puntos clave en su desarrollo.
Los síntomas de la alopecia areata
El primer síntoma y más característico síntoma de la alopecia aerata son los parches redondos u ovalados que se forman a raíz de la caída del cabello, sobre todo en la cabeza y en la cara (barba, cejas y pestañas).
Una vez aparece la enfermedad y desaparecido el pelo, este puede volver a crecer al cabo de unos meses; al principio crecerá gris o blanco, pero con el tiempo es posible que recupere su color natural. En el caso de que la enfermedad se extienda, es probable que se formen más zonas sin pelo, o que los parches pequeños acaben por formar áreas más grandes. Solo en algunos casos se pierde completamente el pelo.
Normalmente, el pelo suele crecer de nuevo, aunque es probable que vuelva a desaparecer.
Otro de los síntomas de la alopecia areata, aunque no tan común, son los cambios experimentados en las uñas. Estas presentan un aspecto quebrado, sobre todo en aquellas personas que presentan pérdida de pelo en todo el cuerpo.
La alopecia areata no sigue un patrón de desarrollo concreto, puede durar algunos meses o alargarse durante muchos años.
¿Cómo se diagnóstica?
Para diagnosticar alopecia areata es necesario llevar a cabo una exploración médica de la zona afectada, así como un cuestionario clínico. Durante la exploración el médico realiza pequeños tirones con el fin de extraer pelo para analizarlo. En el análisis se suele utilizar un microscopio digital que permite conocer el estado de la raíz del pelo a nivel microscópico, con el objetivo de detectar nuevos brotes y verificar la eficacia del tratamiento.
Por otro lado, también es recomendable realizar un análisis de tiroides, puesto que esta patología se asocia al hipotiroidismo autoinmune.
La alopecia areata presenta altas tasas de curación espontánea.
Tratamiento
En los casos de curación espontánea, entre el 35% i 50% los pacientes con alopecia areata recuperan el pelo en menos de un año. Solo el 10%, en los estadios más graves de la enfermedad, se produce una pérdida irrecuperable.
Si la patología no remite por sí misma, existen diversos tratamientos que ayudan a mitigar sus efectos. Estos abarcan un gran abanico de opciones -tratamientos farmacológicos, tópicos, fototerapia, etc. -, adaptadas y específicos para cada caso. Todos ellos persiguen un doble objetivo: conseguir que vuelva a crecer el pelo y mantenerlo fuerte evitando las recaídas.